Musicofilia by Oliver Sacks

Musicofilia by Oliver Sacks

autor:Oliver Sacks [Sacks, Oliver]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Divulgación, Comunicación, Salud y bienestar
editor: ePubLibre
publicado: 2007-01-01T05:00:00+00:00


Llevo golpeando salpicaderos de coches desde que tenía seis años, siguiendo y fluyendo con el ritmo hasta que me salía por los oídos (…) El ritmo y el síndrome de Tourette han estado entrelazados desde el primer día en que descubrí que tamborilear una mesa podía disimular mi mano temblorosa, los movimientos de la pierna y el cuello (…) Esta manera de disimular recién descubierta encauzaba mi energía sin límites, la dirigía en un flujo ordenado (…) Este «permiso para estallar» me permitía acceder a inmensos depósitos de sonidos y sensaciones físicas, y me di cuenta de que mi destino aparecía nítido ante mí. Me convertí en un hombre rítmico.

Aldridge recurría frecuentemente a la música para disimular sus tics y para canalizar su energía explosiva: «Aprendí a dominar la enorme energía del síndrome de Tourette y a controlarla, como si fuera una manguera de alta presión». Dominar su Tourette y expresarse en improvisaciones musicales creativas e impredecibles parecían ser cosas estrechamente ligadas: «El impulso de tocar y el deseo de liberar la infinita tensión del síndrome de Tourette se alimentaban mutuamente, como si echaras gasolina al fuego». Para Aldridge, y quizá para muchos músicos tourétticos, la música iba inseparablemente ligada al movimiento y a todo tipo de sensaciones.

Los atractivos, las alegrías y los poderes terapéuticos de tocar la batería y de los círculos de percusión son ampliamente conocidos en la comunidad que padece Tourette. Hace poco, en Nueva York, participé en un círculo de percusión organizado por Matt Giordano, un batería con talento que padece un grave Tourette. Cuando no está centrado o tocando, Matt se halla en constante movimiento touréttico, y, de hecho, todos lo que estaban en la sala aquel día padecían tener tics, cada uno con su propio ritmo. Pude ver erupciones de tics, contagios de tics, que pasaban como una onda por los treinta y pico pacientes con Tourette que había allí. Pero en cuanto comenzó el círculo de percusión, liderado por Matt, todos los tics desaparecieron a los pocos segundos. De repente había sincronización, e iban unidos como grupo, tocando «al compás del ritmo», tal como lo expresa Matt, y su energía touréttica, su exuberancia, travesura e inventiva motoras se expresaban de manera creativa en la música. En este caso la música tiene un doble poder: primero, reconfigura la actividad cerebral, y calma y centra a la gente que a veces está distraída o preocupada por incesantes tics e impulsos; y segundo, promueve un vínculo musical y social con los demás, de modo que lo que comienza con una miscelánea de individuos aislados, a menudo afligidos o cohibidos, casi al instante se convierte en un grupo unido con un solo objetivo: una auténtica orquesta de percusión bajo la batuta de Matt.

Nick Van Bloss, un joven músico inglés, padece un Tourette bastante grave: calcula que sufre casi cuarenta tics al día, incluyendo sus obsesiones, imitaciones, compulsiones de contar, de tocar, etc. Pero cuando toca el piano, todo esto apenas aparece. Le pedí que me tocara algo de Bach (Bach es su compositor favorito, y Glenn Gould su héroe), y lo hizo sin interrupción.



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